Mindfulness

Publicado por admin en

Olvida el Mindfulnes (atención plena) y empieza a vivir “como si”

Todos hemos oído hablar de la importancia de mirar hacia adentro, buscarse a uno mismo y ser auténtico. ¿Qué puede haber de malo en eso? En realidad, los filósofos chinos de hace 2.000 años dirían que nuestro énfasis en el auto-conocimiento nos lleva por mal camino, un camino que nos constriñe. Ellos decían (al contrario de la actual creencia): no hay verdadero yo y nada se puede descubrir mirando hacia adentro.

Confucio, Mencio, Laozi y otros filósofos clásicos chinos, no eran tradicionalistas rígidos ni tampoco sabios que predicaran la convivencia armónica con el mundo natural. Estos pensadores no se hacían grandes preguntas. La suya era una filosofía pragmática, basada en, aparentemente, cuestiones menores, como: “¿qué haces en tu vida diaria?”. Hicieron hincapié en que un gran cambio sólo ocurre cuando comenzamos con lo más pequeño, con lo factible. Sus enseñanzas revelan que muchos de nuestros supuestos fundamentales acerca de cómo debemos vivir, en realidad, nos llevan por mal camino. Ser infieles, en cierto sentido, a nosotros mismos, nos ayuda a romper los malos patrones de conducta y pensamiento.

Deja de  buscarte a ti mismo.

Estos pensadores serían escépticos sobre la existencia de un verdadero yo, especialmente uno que pueda descubrirse en la meditación. Se ha extendido la creencia de que es importante mirar hacia adentro y descubrir quién eres en realidad, tu verdadero yo. Los filósofos Chinos entendieron que somos seres multifacéticos, desordenados, que se desarrollan mirando hacia afuera, no hacia adentro y que nuestras personalidades se forman a través de todo lo que hacemos: nuestra forma de interactuar con los demás, nuestras reacciones a las cosas, las actividades que perseguimos. No nos comportamos de la misma manera cuando hablamos con nuestra madre, por ejemplo, que cuando lo hacemos con un colega. De cada encuentro extraemos diferentes aspectos.

Lo único constante es el cambio.

Una vez que supuestamente nos encontramos, que nos descubrimos, según esta teoría del autoconocimiento, debemos abrazarnos y ser fieles a esa autoimagen. Si embargo el primer gran filósofo en la tradición china, Confucio, habría pensado de manera diferente. El problema con la autenticidad, decía, es que no está hecha de la manera que creemos que lo está. ¿Quién es ese mismo Yo auténtico que creemos haber descubierto en realidad? pues tan sólo una instantánea de nosotros mismos en ese momento preciso. Si usted permanece fiel a sí mismo y permite que esa fidelidad se convierta en su guía, le constriñe. No permite el tipo de crecimiento que se experimenta cuando uno reconoce que está en un cambio constante.

Hacer rituales.

Confucio –al igual que mucho más recientemente Pascal- nos enseña que ciertos rituales, el comportamiento “como si” en particular, son transformadores, porque nos permiten romper con modelos de comportamiento en los que hemos caído. Cuando sonríes como si no estuvieras enojado, o te muerdes la lengua en lugar de emprender una discusión, estás fingiendo que actúas de una forma más madura. Estos momentos “como si” crean unos pequeños oasis dentro de la realidad que los hace muy valiosos. Cuando actuamos “como si” fuéramos diferentes y nuestros sentimientos más maduros, sin darnos cuenta, nos transformamos en alguien más amable y generoso, en lugar de alguien que ejerce el derecho de expresar sus sentimientos de manera honesta pero destructiva. Al llevar a cabo rituales una y otra vez, dejando que nuestro comportamiento conduzca nuestros sentimientos -en vez de al revés-, nos transformamos en personas más equilibradas. De nuevo aquí aparece el imperativo de Von Foerster: si quieres ver aprende a obrar”, somos lo que hacemos, no lo que pensamos que somos.

Es liberador entender que el Yo y el mundo son inestables, imperfectos y fragmentados. Esto nos da más oportunidades para cambiar las cosas. Podemos cambiar las cosas a un nivel pequeño, todos los días, y si tenemos éxito, finalmente podremos conseguir cambios importantes, tanto en nosotros mismos como en aquello que nos rodea.

Confucio (que presuntamente vio los peligros de un exceso de auto-observación y, casi con total seguridad, se hubiera sentido horrorizado con las técnicas desarrolladas hoy en día para llevarla a cabo) enseñó que hay que “superar la autoobservación. Sus rituales trataban de liberar a las personas de la noción de cualquier especie de ser esencial.

El equilibrio está en el movimiento.

En lugar de pelearnos con nosotros mismos, comprometiéndonos con grandes objetivos, la forma más práctica para tomar decisiones sería acercarse a las mismas a través de las cosas pequeñas y factibles. Si estás pensando en un cambio de carrera, por ejemplo, tu decisión será más fácil si pruebas nuevas experiencias relacionadas con lo anterior a pequeña escala. Prestar atención a tus respuestas a estas experiencias, te guiará en la nueva dirección.

Los principios de la atención tal como se entienden popularmente – incluyendo mirar hacia adentro y aceptar lo que se encuentra sin enjuiciarlo – es lo contrario de lo que la atención plena ( Mindfulness) estaba destinada a ser. El budismo es, después de todo, la doctrina del “no” autoconocimiento. El autoconocimiento Confuciano es diferente. Se trata de relacionarse con el mundo y con uno mismo a través de cada encuentro e interacción. Se propugna una manera muy activa, no pasiva, de cultivar el sí mismo para convertirse en una mejor persona.

Si alguna vez piensas que puedes diseñar un plan perfecto para tu vida, entonces te has perdido el “camino”. En vez de esto, deberíamos reconocer que somos criaturas complejas empujadas constantemente en diferentes direcciones, y que sólo a través del trabajo en nuestras interacciones, experiencias y respuestas, podremos transformarnos a nosotros mismos y al mundo.

Categorías: Psicobreve

0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *