Tu verdadero Yo

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“Conócete a ti mismo”, “encuentra tu verdadero yo”, ” Descubre el verdadero ser que llevas dentro”. Estas y otras ideas de este tipò son asumidas como verdades reveladas, como conceptos indiscutibles que se repiten hasta la saciedad en multitud de foros y por todo un elenco de profesionales de muy diversa índole.

La idea de conocerse a uno mismo más allá de lo que la autoconciencia permite, el deseo de encontrar, bajo esa capa de pensamientos e imágenes que brotan en nuestro cerebro, a un ser maravilloso, a ese “yo” oculto que nos hará superar todos nuestros problemas, resulta tentadora, atractiva y, desde cualquier punto de vista, imposible.

Uno acaba adhiriéndose a ciertas ideas que florecen en una determinada cultura: ideas, mitos, corrientes de pensamiento que crean expectativas que son como realidades alternativas que pueden convertirse en profecías que se auto realizan y así, escarbando en las supuestas profundidades de nuestra mente, acabamos encontrando aquello que esperábamos encontrar, ni más ni menos. Pero esto que supuestamente descubrimos ¿es nuestro verdadero yo o tan sólo un autoengaño más?.-

Los pensamiento, las sensaciones, querámoslo o no, se sustentan en un elemento físico: el cerebro, un órgano con unas funciones determinadas como pueden ser las de un ojo; la cuestión es ¿podrá este ojo observarse a si mismo?, ¿puede el observador ser al mismo tiempo el observado?,. entonces ¿por qué suponemos que el cerebro si puede hacerlo?.

La mayoría de los módulos que conforman nuestro cerebro, la inmensa mayoría de los procesos que originan toda actividad mental son cognitivamente impenetrables y es bueno que así sea, de lo contrario seríamos incapaces de tomar una sola decisión, de tener un pensamiento mínimamente coherente.

Así pues, la idea de que somos algo más que nuestro pensamiento resulta ser, paradójicamente, otro pensamiento, una idea más de ese órgano maravilloso que se dedica a reunir información y a guiar nuestro comportamiento, sin que para ello tengamos que ser conscientes de la mayoría de cosas que en él ocurren.

La conciencia es necesaria y se desarrolló porque proporciona ventajas y estas ventajas son posibles gracias a que tiene un protagonismo limitado. Resulta inútil tratar de aumentar este protagonismo. Resulta inútil tratar de averiguar cuál es nuestro verdadero yo, simplemente porque la única constante en nuestra vida es el cambio. No existe un yo inalterable, una personalidad monolítica, sólo existe el cambio, el movimiento, el procesamiento continuo; en el momento en que este cambio, este movimiento cesara, al igual que una peonza perderíamos el equilibrio, dejaríamos de ser y ya no habría mañana

Categorías: Psicobreve

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